Las recientes declaraciones del joven contratista del estado Hochi Gómez, realizadas en un programa digital transmitido por YouTube, deberían encender todas las alarmas en un país donde se presume la existencia de un Ministerio Público independiente. Según el Sus afirmaciones no han sido vagas ni especulativas: han sido fuertes, precisas y contundentes. Ha mencionado nombres, fechas y lugares con un nivel de detalle que, en cualquier nación con instituciones sanas, ya habría motivado interrogatorios, investigaciones formales y respuestas institucionales.
Pero aquí, lamentablemente, vivimos una triste realidad. Una parte importante de los medios de comunicación parece estar bajo el control de la nómina del gobierno, en nómina directa o encubierta, y por tanto, guarda un silencio cómplice frente a denuncias de esta magnitud. El control mediático no podrá, sin embargo, tapar el sol con un dedo.
Lo que parece olvidar el gobierno es que en este país todavía hay ciudadanos conscientes, críticos, atentos. Esa "masa silente" de la que hablaba el Dr. Joaquín Balaguer está mirando, tomando nota y acumulando razones. Esa masa, que quizás no vocifera en las redes o en los medios comprados, es la que tiene la última palabra en las urnas.
Si las denuncias de Hochi Gómez son ciertas —y todo indica que son apenas una muestra del iceberg— entonces estaríamos ante un gobierno corroído desde adentro, podrido en sus entrañas. Y como dice el propio Hochi: lo dicho hasta ahora "no es ni el 1%" de lo que sabe.
La historia juzgará, pero el pueblo también. Y en 2028, la factura llegará.
Luis Rosario.
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